sábado, 16 de agosto de 2008

Sábados de súper acción

En una de mis caminatas por Tigre me encuentro, a dos cuadras de mi casa, con un cartel enorme que dice:

"espectacular mansión, remata objetos y pertenencias personales".

Primero que nada me llama la atención de que no se trate de ninguna mansión, más bien podría definirse como una casa estilo campiña inglesa, o algo así. Yo había entrado a esta misma casa por única y última vez hace unos 15, 18 años atrás, con una amiga de la primaria, que tenía una reunión familiar allí.

Si bien faltaban tres horas para el remate, cruzo el jardín y me mando. ¿Qué otra oportunidad voy a tener de ver cómo es esta casa por dentro?, pienso. Me atiende un señor, demasiado amable para mi gusto, o tal vez demasiado aburrido. Le pregunto si puedo chusmear las cosas que hay para el remate y me dice que sí. Me pinta la nostalgia, y le digo que hacía 18 años yo había estado en en esa casa, traída por una amiga de apellido Fernández M. Me dice que es imposible, que yo hace 18 años no había siquiera nacido. Tengo 28, le digo. El tipo no lo puede creer.

Qué signo sos?
Virgo.
Yo soy del 28 de Agosto. Me da la mano. Por eso tenemos las manos tan suaves. Qué linda que sos. Qué cándida.
OK. ¿Puedo ver la casa?
Sí, cualquier cosa preguntame.

No me importa lo baboso. La curiosidad me gana. Veo que hay dos señores más instalados en los sillones, y un tipo que da vueltas como yo. Entro a a la primera habitación: Un comedor estilo Luis XV plagado de adornitos y cuadros. Los muebles no pegan, muchos estilos diferentes, un veradero cocoliche. El flaco que da vueltas me pregunta:

Che, que onda? Esto era así, antes?
Pienso dos segundos.
Esto ni en pedo era así.

Sigo en el tour por la casa, que a esta altura ya parece más un anticuario. Me acerco a ver las firmas de los cuadros:

Quinquela Martín.
¿Un Quinquela?

Sigo por el resto de la casa. Siguen los objetos despampanantes.
Unos amigotes del viejo me dicen:

Es increíble que tengas 28 años.

Sí, contesto y me meto a otro cuarto. Ya no me está gustando la situación. Estoy sola, con el aparente dueño de la casa, y otros dos viejos amigos de él. El tipo que da vueltas no está más.

Uno le dice. ¿Para cuándo un té? ¿Sólo hacés té cuando viene la patrona? Yo estoy metida en un cuarto con un olor intolerable, y un cuadro de Manuel Belgrano. Intuyo que me van a invitar con el té y decido irme antes que mi curiosidad me haga decir sí.

Bueno yo me voy...
Ya te vas?
Sí. Tal vez vuelva para el remate, más tarde.

Si bien ya quedó claro que es todo una puesta en escena y son todos objetos traídos de cualquier lugar, le pregunto.

Y todas estas cosas... de quién eran?
Tarda en contestar. De la persona que vivía acá.
Y quién era? Inventa un apellido.
Por qué venden esto ahora, la señora falleció?
(duda)Sí.
Claro.

Me voy, insatisfecha.

Por qué arman todo una puesta en escena y son incapaces de sostener una mentira?, pienso.
Yo quería escuchar, estaba dispuesta a creerme una historia totalmente falsa, pero no me dieron el gusto. Quería que me dijeran que el Quinquela era original, que en la casa vivía una vieja con 15 gatos y que se volvió loca, que los hijos estaban esperando que se muera para venderlo todo.

Quería escuchar una buena historia que nunca llegó.

3 comentarios:

Vivian dijo...

jjjajaj

es como con los hombres

Japo Santos dijo...

Será que a veces es mejor quedarse con la historia que uno se crea en la cabeza...

Marianevy dijo...

si se dieran cuanta los hombres de que lo unico que queremos es una buena historia ya tendriamos la batalla comletamente perdida!